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Protegida naturalmente por la roca volcánica de los Andes, la sal rosa de Bolivia se extrae de un yacimiento situado a más de 3.000 metros de altitud. Debe su color rosa, que le da la apariencia de un mineral, a su alto contenido en hierro, un oligoelemento esencial. También es rico en calcio, potasio y magnesio. Ofrece una salinidad potente, sin agresividad en boca.
En cocina, es ideal para acompañar carnes rojas a la parrilla, asados, pescados grasos o platos con salsas. También combina perfectamente con las verduras crudas. Se recomienda moler en el último momento en un molino de sal, respetando la ingesta máxima diaria de 5 gramos.